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Desorden

NUNCA TE FIES DE UN EGIPCIO

En Febrero de 2002 cogí y me fui con otros 27 compañeros de la carrera y dos apósitos para hacer número de viaje de estudios a Egipto. Para llevar la contraria al resto de promociones, hicimos el viaje estando en nuestro último curso en lugar de a la mitad de la carrera.
El viaje en sí fue maravilloso, me lo pasé de maravilla con mis amigos y además Egipto es un país precioso. Yo siempre había querido ver las piramides, y no solo las vi, sino que incluso reposé unos segundos en el sarcófago de un tal Kefren.
Aprendí muchas cosas en el país de los faraones. Una de las enseñanzas más importantes que recibí de los egipcios fue que nunca te puedes fiar de un egipcio. Y si es un guía mucho menos. Os explicaré porqué.
El guía te lleva a donde quiere. Él conoce el país, tú no. Si no vas con el guía no podrás volver al hotel o al barco. El guía lo sabe, y por eso te lleva a los sitios donde tiene comisión. Un día te lleva a ver el Valle de los Reyes y, a mediados de la excursión, te lleva a un lugar llamado "Museo del Alabastro". "Dios mio, eso tiene que ser precioso", piensa uno. Es la primera tienda a la que has entrado en Egipto, y esta llena de figuritas de alabastro que estás deseando comprar. ¿Y qué haces? Inocentemente pagas un euro por diez escarabajitos y 20 por un gato para tu hermano.
Unos días después, en Asuan, te llevan al "Museo de las Esencias". "Ese lugar sí que tiene que ser la rehostia", piensas. Te llevan y te encuentras con una tienda de esencias muy elegante donde te dan todo el muestrario, te dejan olerlas, te dan una explicación de las esencias egipcias, y finalmente pagas 20 euros por cada botellita. Comisión para el guía, que está más feliz que unas pascuas.
El mismo guía que te ofrece comprar "cartuchos" (colgantes con nombres escritos en jeroglificos, como los de los faraones) a doblón cada uno. Yo no compré ninguno, pero algunos compraron hasta 14.
Entonces fue cuando llegamos al Cairo y unos amigos y yo nos fuimos por nuestra cuenta y riesgo a la aventura en el mercado de El Cairo durante una tarde libre que te conceden, mientras los demás sestean en el hotel. Y descubres que los escarabajillos de alabastro que has comprado son de mucha peor calidad y acabado que los que venden, mucho más baratos, en el mercado de El Cairo. Y descubres también que todo lo que has comprado hasta entonces es mucho más barato en el mercado de El Cairo. Indignación. Les comentamos a algunos mercaderes que al día siguiente nos iban a llevar al "Museo del papiro", y nos dijeron que les daba igual, que ya habiamos visto la calidad de su trabajo, y que cuando vieramos que la del museo era igual, pero el precio mucho mayor, volveríamos.
Al día siguiente, de excursión con nuestro guía, nos lleva al "Museo del papiro". Pero esta vez ya no nos toma el pelo. Nadie compra nada. Papiros muy bonitos, a precios mucho más altos que los de las tiendas del mercado, pero de la misma calidad. El guía sale muy cabreado del museo. Y cuando encima le decimos que no queremos ir al restaurante que nos ha dicho, sino a un sitio más barato, un McDonalds o lo que sea, es decir, le privamos de otra comisión jugosa, su enfado aumenta considerablemente. Cumple su compromiso con nosotros, nos deja en el hotel, y ya no volvimos a verlo. ¿Casualidad? Yo diría que no.
Bueno, eso en cuanto al guía. Porque los mercaderes también aprovechaban cualquier momento para engañarnos. Y lo conseguían, y chocaban sus manos cuando dejabas de mirarles. A uno le dije que me había engañado y se me rió a la cara. Después le comenté a un responsable de turismo en el barco que todos los egipcios que había conocido hasta entonces me habían engañado, y me respondió que él no... porque aun no le había conocido bien. Y el capataz del barco se quedó con mis postales para revender los sellos.

Conclusión, nunca te fies de un egipcio. Y la prueba definitiva fue el España-Corea del Sur del Mundial 2002. ¿Quien arbitraba ese partido? Un egipcio!!

3 comentarios

ace76 -

Pues creo que no... Además, nos regalaron el Templo de Debod...

ace76 -

Entonces... ¿En Egipcio timan a toquisqui menos a los surcoreanos?

Miguel -

mmm, interesante apunte.
Supongo que podemos llegar a la conclusión de que, o bien los egipcios odian a los españoles, o bien los surcoreanos no viajan a Egipto.

El incidente del Sahara español fue con Marruecos, ¿no? ¿Tiene Egipto alguna razón política para odiarnos?