E.R.E. (2)
A la hora de comer Ataulfo Rodríguez entró al comedor de su empresa, como llevaba haciendo todos los días durante los últimos treinta años de su vida. Pero aquel día no era como todos los días anteriores de los últimos treinta años de su vida. Aquel día era diferente porque Ataulfo llevaba una escopeta en sus manos.
Al entrar nadie pareció percibir la diferencia. El primero en darse cuente fue un jefe de personal, cuando recibió el primero de los disparos. A partir de ese momento el caos reinó en el comedor de RCIE S.A. Todo el mundo tiró sus bandejas al suelo y salió corriendo, en busca de una escapatoria o de refugio.
La escopeta que Ataulfo llevaba en las manos siguió disparándose cada vez que él apretaba el gatillo. Conforme los trabajadores de RCIE S.A. encontraban una ventana o una puerta por la que escapar el griterío generado por la histeria fue desapareciendo, dejando paso únicamente a los gemidos de las víctimas, que se contaban por decenas, y al estallido del arma que portaba Ataulfo.
Al cabo de unos minutos las víctimas dejaron de gemir y la escopeta de Ataulfo dejó de disparar. Ya sólo se escuchaban los pasos de Ataulfo mientras caminaba en círculos entre las víctimas, las bandejas tiradas en el suelo y los restos de comida. A lo lejos se escuchaban unas sirenas que, poco a poco, se acercaban a RCIE S.A.
3 comentarios
dee -
Jesús -
dee -