PELUQUEROS DE TODA LA VIDA
Llevo toda la vida yendo al mismo peluquero, y pidiéndole siempre, o casi siempre, lo mismo, que me corte un poco por todo. Algunas veces siento la tentación de cambiar, y de probar y hacerme algo nuevo, pero los precios me horrorizan: 100 euros por cortarme y hacerme unas mechitas? Venga ya! Antes de eso me compro cinco cds o dos juegos de la GameCube.
Mi peluquero de toda la vida tiene una de esas peluquerías con rodillo luminoso en la puerta. Tiene fotos de modelos de los años 80 corroidas por la luz solar, y cuyos protagonistas lo mismo están muertos a estas alturas. Cuando era pequeño me dedicaba a leer todos los tebeos que pudiera mientras esperaba e incluso mientras me cortaba. Con el tiempo dejé de hacer eso, y me dediqué a conversar con el peluquero. Tampoco es que sea yo muy amigo de la conversación intrascendente, y menos si con ella puedo distraer a un hombre que está manejando afilafas tijeras tan cerca de mi cabeza y mis orejas. Él siempre me pregunta por mis estudios, y yo le explico pacientemente una vez mas que ya termine y que ahora trabajo. Creo que con dos o tres veces más que vaya a cortarme se le meterá en la cabeza. También me suele preguntar por mi hermano, y hablamos de lo mal que está todo, y de lo bien que se vive en una ciudad pequeña y de una forma sencilla.
El precio ha ido aumentando ligeramente, desde las 1000 pesetas que nos cobraba antes, hasta los doce o quince euros actuales. Vamos, un precio razonable, y una subida razonable. Este hombre no se hará millonario cortando el pelo, eso está claro. Pero también existe un detalle interesante. Se trata del UNICO negocio de mi calle que permanece ahi intocable desde que yo tengo recuerdo. Por algo será.
Mi peluquero de toda la vida tiene una de esas peluquerías con rodillo luminoso en la puerta. Tiene fotos de modelos de los años 80 corroidas por la luz solar, y cuyos protagonistas lo mismo están muertos a estas alturas. Cuando era pequeño me dedicaba a leer todos los tebeos que pudiera mientras esperaba e incluso mientras me cortaba. Con el tiempo dejé de hacer eso, y me dediqué a conversar con el peluquero. Tampoco es que sea yo muy amigo de la conversación intrascendente, y menos si con ella puedo distraer a un hombre que está manejando afilafas tijeras tan cerca de mi cabeza y mis orejas. Él siempre me pregunta por mis estudios, y yo le explico pacientemente una vez mas que ya termine y que ahora trabajo. Creo que con dos o tres veces más que vaya a cortarme se le meterá en la cabeza. También me suele preguntar por mi hermano, y hablamos de lo mal que está todo, y de lo bien que se vive en una ciudad pequeña y de una forma sencilla.
El precio ha ido aumentando ligeramente, desde las 1000 pesetas que nos cobraba antes, hasta los doce o quince euros actuales. Vamos, un precio razonable, y una subida razonable. Este hombre no se hará millonario cortando el pelo, eso está claro. Pero también existe un detalle interesante. Se trata del UNICO negocio de mi calle que permanece ahi intocable desde que yo tengo recuerdo. Por algo será.
3 comentarios
Manué -
horror_bcn -
Miguel -