CORDOBA
Un maravilloso y psicodélico solo de guitarra me despierta mientras se difumina en mis auriculares. ¿Qué estoy escuchando? Ah sí, es la versión de "I am the walrus" de Oasis. ¿Qué hora es? Miro mi móvil, la 23:35. ¿Donde estoy? Ah, sí, es un vagón del AVE. Debo estar llegando a Madrid...
Tan sólo unas diez horas antes estaba admirando la mezquita de Córdoba. Y sus famosos arcos. De dos colores todos ellos, un rojo que no llega a ser rojo, y un blanco que es algo más que blanco. Un lugar enorme, lleno de constrastes, donde puedes saltar en un segundo de la cultura romana a la cultura visigótica, pasear por la cristiandad entre vestigios de musulmanidad. Con su patio lleno de naranjos.
Los naranjos están por toda la ciudad. Resulta curioso y bonito al mismo tiempo ver como árboles frutales de llamativo color adornan las calles de esta ciudad. Ojo, esas naranjas no se pueden comer.
El centro de Córdoba es como un pueblecito, con sus calles estrechas y sus casas bajas. Paseando por la judería te encuentras preciosos patios, que en algún momento del año se adornan para competir por cual es el patio más andaluz de todos.
Y aunque vimos muchos lugares, como el Alcázar de los Reyes Católicos, los Baños Califales, la Plaza del Potro, el Puente Romano, la Plaza de Colón, y más... en el segundo puesto del Top Ten Córdoba, después de la Mezquita, está el delicioso Salmorejo de la Casa del Tio Pepe.
El tren llega a Puerta de Atocha, y medio dormido medio despierto llego hasta el metro, tras haber pasado un día en Córdoba. Hacer turismo así mola...
5 comentarios
Rocio -
Por cierto, para cuando uno de Lobón???
dee -
rev79 -
Joserra -
Ender -