GRANÁ
Que no se dice Granada, se dice "Graná".
El camino hasta Graná esconde una trampa: el puerto de Despeñaperros. ¡Menuda carretera! ¡Menudas curvas! Y una vez llegas a Andalucía, todo son baches.
Sin embargo, el camino merece la pena cuando, nada más llegar a Graná, te reciben con collares de calamares engarzados. "¿Como nos van a poner una tapa a medianoche?" Pues nos la pusieron.
El mismo viernes se cumplió uno de los objetivos del viaje: tomarse un tubo (ahí los llaman tubos y no cañas) en el Amador, el famoso bar granaíno donde J iba siempre por si ella aparecía, aunque ella nunca fuera, y acababa harto de esperar.
El sábado a la mañana cumplimos el segundo de los objetivos: visitar La Alhambra. Una auténtica maravilla. No es de extrañar que Boabdil llorara cuando le echaron de ahí. No es para menos. Patios, fuentes, palacios, estanques, jardines, grabados, increibles vistas de la ciudad, miradores desde los que exclamar "Todo esto es mio". Con razón la frase más repetida fue "No me canso de tanta belleza".
Tras esta visita y un aterrador descenso en autobús, nos dispusimos a cumplir con el tercer objetivo del viaje: ponernos ciegos a tapas. El lugar escogido fue El Arenal. Primera tapa: lomo de cerdo con patatas. Segunda tapa: montaña de calamares. Tercera tapa: hamburguesa. Y la cerveza escogida es la Alhambra, muy buena.
Una vuelta por el zoco, unas compras, y a descansar un poco al hotel, antes de cumplir con el cuarto y último objetivo del viaje: Franz Ferdinand.
El domingo nos dedicamos a visitar el barrio del Albayzin, callejeando por sus estrechas calles, temblando de miedo ante carteles del tipo "Aquí se roba con violencia" o "Policía de barrio ya!", sorprendiéndonos ante el arte callejero que contenía perlas como "Monjas sí, gato no", y llegando finalmente hasta el mirador de San Nicolás, desde donde las vistas de La Alhambra y Sierra Nevada son impresionantes, tal y como podeis admirar en la foto que os he regalado.
Seguimos subiendo hasta el Sacromonte, y nos tomamos otro tubo (con su correspondiente tapa: gambas) en un bar que estaba metido en una de las cuevas.
Desde ahí bajamos al Paseo de los Tristes (os juro que se llama así) hasta llegar a la Plaza Nueva y de ahí a la Gran Vía. Tras volver a degustar unas deliciosas tapas cogimos el coche para volver a Madrid entre mares de olivos.
Por cierto, que sepais que si en Graná pedís para dsayunar una tosta catalana os sacarán un bocadillo de jamón serrano con tomate!
4 comentarios
mce79 -
David -
Por cierto: Te perdiste la mejor cerveza del mundo. Debiste pedir una Alhambra 1925...
Salu2
ace76 -
dee -