Hoy ha sido un día de locos. La población de Barcelona parecía haberse quintuplicado, y de repente, sin previo aviso, desaparecía.
He intentado coger la L5 a las 8:30 como todos los días. El andén de Badal estaba plagado de personas. Al cabo de unos minutos, una voz megafónica nos ha avisado de que toda la línea estaba detenida por culpa de una avería. ¿Se habría hundido un túnel? ¿Habría descarrilado un tren? He decidido salir en busca de otra estación cercana, de la L3. ¿Los motivos? Nadie me aseguraba que el tren volviera a funcionar, y todas las personas que se habían acumulado en los andenes querrían entrar de golpe.
La parada de Plaça del Centro estaba desierta. La L3 estaba semi-vacía, incomprensiblemente semi-vacía. En cambio, la estación de Sants tenía más pasajeros que nunca, y el cercanías que une Sants con Arc de Trionf no le andaba a la zaga.
Ha sido en ese momento cuando me he dado cuenta de lo que estaba pasando. ¡El 3GSM! ¿Que qué es el 3GSM? Un congreso internacional de telefonía móvil al que asisten más de cincuenta mil personas y que ha colmado todas las plazas hoteleras de la ciudad. Claro, esa era la explicación.
El andén de Arc de Trionf tenía tanta gente que he tenido que abrirme paso a empujones, muy a mi pesar. Sin embargo, los pasajeros no eran ejecutivos ataviados con traje, corbata y maletín (e identificación, muy importante llevarla puesta desde el hotel, que todo el mundo sepa a donde vas). Eran gente normal, gente sencilla, pero había mucha más que de normal. Al pasar del andén del cercanías al del metro, la situación ha dado un giro de 180 grados. Nadie...
Y la situación se a ido repitiendo a lo largo del día. Andenes llenos de gente dejaban paso a andenes terriblemente vacíos. He visto cosas que nunca había visto. He visto como decenas de pasajeros se agolpaban ante las puertas de entrada de un andén, con un metro a punto de escaparse, y como al menos diez de esas personas se colaban con un sólo billete, sujetando las puertas al estilo Hulk. He visto como cientos de personas querían entrar en mi tren en Plaza España, todos ellos con su tarjeta identificativa. Me han obligado a empujarlos con todas mis fuerzas para salir de allí. He visto peleas en las escaleras mecánicas. En definitiva, he visto cosas extrañas, cosas raras que han llamado mi atención.
¿Y hasta que punto se puede culpar al 3GSM? Sin duda, son culpables en parte de la mayor afluencia de pasajeros. ¿Pero tiene la culpa del incremento de locura en los habitantes de la ciudad condal? En momentos así recuerdo las palabras de uno de mis compañeros en Telefónica Móviles: "Tú, vete de aquí cuanto antes. ¿Sabes lo que dicen que las antenas producen cáncer? ¡Gilipolleces! Lo que hacen es volver loca a la gente. Y si no mira a tus compañeros. Vete de aquí cuanto antes, estás avisado". ¿Será verdad que los 890 Mhz y los 1500 MHz vuelven loca a la gente? Mis compañeros hacían locuras, sin duda. Las tarjetas de visita volaban, los CDs rotos volvían a entrar al ordenador (esta anécdota la tengo que contar algún día), los bolígrafos pintaban los monitores, para después ser limpiados con gomas de borrar... ¿Será verdad? ¿Será la telefonía móvil la culpable del fin de la especie humana tal y como la conocemos? ¿Estamos construyendo nuestro propio apocalipsis?
Días extraños... Hoy ha sido un día extraño, de los que no olvidaré nunca.